Tengamos presente que en diciembre no es obligación gastar el sueldo y los pocos ahorros familiares. El consumismo extranjero inventó que la Navidad es la época para comprar regalos en los “moles” (malls o centros comerciales), estrenar ropa nueva ‘de moda y de marca’, mucha comida (tiene que ser pavo gringo, dado que ciertas personas piensan por complejo, que la gallina no la come la alta élite, ni el chancho criollo, sino el jamón de cerdo importado especial el mismo que es caro), bebidas alcohólicas, wiskies con etiquetas doradas, dulces y bombones ‘finos’, etc.

Hacemos derroches en las compras de árboles artificiales, coronas, campanas, focos, manteles, toallas, vajillas, copas, almohadones, adornos, etc., de diseños de duendes con orejas y pies largos en punta; hadas, ardillas, alces, renos, osos; muñecos de Papá Noel, muñecos militares, muñecos de nieve, muñecos vestidos con ropa antigua europea (sombrero, chalecos, bastón, faldas largas, guantes); helicópteros, tranvías, carros; casas con nieve (“ciudad blanca”), etc. Y las personas que no tienen dinero para gastar, se deprimen. Navidad no es derroche de cosas, podemos compartir ropa, alimento, medicinas, dinero, con los pobres. Navidad es amar y recibir a Dios. (O)

María Soledad de Vargas, Guayaquil