Es conocido por todo el país y el Gobierno que por los desastres de la naturaleza los habitantes del nororiente ecuatoriano se encuentran sin ninguna comunicación y movilidad por vía terrestre, en las provincias de Sucumbíos y Napo, por los deslaves que provocaron la erosión de la montaña en el sector de Piedra Fina de la carretera que une Quito con Lago Agrio, borrando definitivamente la misma en más de 5 km. Arreglado el oleoducto en esa zona, que fue la exclusiva preocupación del Gobierno, nada se hace para dar una solución definitiva e inmediata a las poblaciones perjudicadas a lo largo de esa vía, sin importar los problemas de movilidad causados a la ciudadanía de estas provincias amazónicas, sin que el ministerio del ramo haya emprendido ni antes con el anterior ministro, ni con el actual, en los estudios de remediación de la carretera, peor en la ejecución de una obra que venga a solucionar el derecho constitucional de movilidad de los habitantes de los cantones de las dos provincias amazónicas perjudicadas, con la capital de la República, dando a entender el ningún interés por solucionar la necesidad de movilidad de la población.

Desde la pandemia, en marzo de 2020, también por disposición del Gobierno, entró en liquidación la compañía Tame y se suspendieron los vuelos a Lago Agrio, cuyo aeropuerto se encuentra abandonado, sin que, desde esa época, se haya realizado ninguna gestión para que por lo menos por vía aérea se puedan movilizar los habitantes de este sector del país, decretando las frecuencias necesarias y autorizando la línea aérea que preste este servicio. Actualmente quienes tienen urgencia de viajar a Quito o viceversa tienen que movilizarse hasta el Coca para tomar el vuelo respectivo, cuando lo óptimo sería que dando uso eficiente al aeropuerto de Lago Agrio, ese ministerio apruebe la línea aérea y las frecuencias para la movilidad de los usuarios. (O)

Gustavo Chiriboga, abogado, Quito