El Metro de Quito tiene que cumplir con seguridades con el objeto de que no sea el blanco perfecto nuevamente, por los que están amenazando al Gobierno de realizar nuevos paros de indígenas y de agricultores.

En octubre del 2019 y junio del 2022 hubo movilizaciones de dichos grupos y violencia a los bienes de la ciudad (quemas de árboles, edificios, etc.). Me refiero a los paros nacionales que enfrentó nuestro país y en especial el distrito metropolitano de Quito. Doce días en 2019 y dieciocho días en el 2022 de protestas, verdaderos ‘festines de daños’ tanto a la propiedad privada como a la propiedad pública, y a la ciudadanía. Parecería que las manifestaciones son el caldo de cultivo perfecto para generar en ciertas personas, mentalmente iracundas, un deseo de querer echar abajo todo aquello que se les ocurre en ese momento. Las pérdidas económicas que afrontó la ciudad por los dos paros, fueron increíblemente caras y he aquí el motivo de mi escrito. El Metro de Quito tiene instalaciones nuevas y creo que la preocupación de todos los que formamos parte de esta bella ciudad de la capital de Ecuador, y usamos transporte público, es que lo protejan en caso de que existan manifestaciones como las que ya hemos tenido donde los locales del Metro no sean el cuchimbolo (bolsa, saco, para hacer ejercicios de boxear) de grupos liderados por ciertos ‘líderes’ exigentes. Ya mucho ha costado terminar esta obra, y no nos gustaría a los quiteños que se presentasen riesgos, en caso de existir actos violentos como los ya vividos. Tampoco es mi deseo que vuelvan a ocurrir paros. Espero que el Municipio actúe con precaución. (O)

Santiago Froilán Luna Aguirre, estudiante de Administración de Empresas, 22 años, Quito