¿Se imagina lo hermoso, maravilloso, extraordinario que será encontrarse con la Virgen María? No como la hemos visto en cuadros, esculturas, ¡sino realmente en carne y hueso, tal como es! Nos daremos cuenta de que lo que nos imaginamos de Ella quedó muy corto. Su rostro, su sonrisa encantadora, su voz que nos llame por nuestro propio nombre; sus brazos que nos abrazan y nos permiten sentir el calor, que solo nuestra Virgen Santísima puede dar. Saber que estaremos en un lugar donde el tiempo no existe y podremos charlar de todo, ¡nada menos que con la Madre de Jesús!

Estaremos con Ella en el cielo rodeados de hermosas flores jamás vistas; colores que no conocemos; perfumes que no hemos percibido en nuestro mundo. Y luego, nos mostrará su palacio, lleno de tantas maravillas. Y allí recién comprenderemos las palabras del apóstol Pablo cuando dijo: “Ni ojo vio, ni oído oyó, ni por mente humana han pasado, las cosas que Dios ha preparado para los que lo aman”. Es mes de mayo, dedicado a la Virgen. Prepare un pequeño programa de lo que puede hacer en estos días: rezar el rosario; las tres Avemarías antes de acostarse; el ángelus; ir con amigos a rezarle a una ermita –(o a una capilla, iglesia)–; repetir jaculatorias dedicadas a Ella o simplemente mirarla cuando entramos a un lugar donde haya un cuadro dedicado a María. (O)

Mario Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina, Guayaquil