Según denuncian usuarios de los servicios públicos en esta ciudad, el sistema de energía eléctrica y de telefonía convencional vienen ocasionando problemas a miles de personas y molestias en los hogares, trabajos, economía de las familias y ciudadanos.

En el primer caso, la Corporación Nacional de Electricidad ha cerrado todas las agencias que atendían a los usuarios en el centro sur y sur de Guayaquil, con los consabidos problemas y gastos que tienen que hacer las personas para trasladarse hacia el norte de la urbe a fin de hacer algún reclamo o cancelar el valor de las planillas mensuales, las cuales en los últimos meses presentan incrementos constantes a pesar de que los hogares tienen los mismos artefactos eléctricos y, por lo tanto, el consumo, por lógica, debería ser igual.

En cuanto a la Corporación Nacional de Telecomunicaciones, el contratiempo consiste en que millares de usuarios, por meses, no tienen el servicio en densos sectores de la ciudad, pero las planillas les llegan puntualmente y deben ser canceladas a pesar de no recibir el servicio telefónico. Muchas personas, cansadas de esta anomalía, han procedido a cancelar sus líneas en vista de que no les solucionan sus justos reclamos.

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Algunos analistas afirman que este es un mal procedimiento que aplica el actual régimen, desmejorando estos servicios para que el pueblo se desencante de ellos, con la finalidad de que el Estado pueda vender estas empresas públicas al sector privado, como se dice popularmente, “a precio de gallina enferma”, con lo que se encarecerían las tarifas, y el perjudicado, como siempre, sería el pueblo pobre. Pero el Gobierno de lo que está preocupado ahora no es de esto, sino de otros asuntos, como los leoninos contratos en el sector petrolero, lo que también es un duro golpe a la economía del Ecuador. (O)

José Gorotiza Véliz, periodista y educador, Guayaquil