El virus resistente y malo, la delincuencia mafiosa criminal, añado la politiquería demagoga corrupta dañina, acorralan al Ecuador en un círculo sin salida. Estamos enfermos de salud física y de la salud de nuestra democracia nacional; infectados, dolidos, hartos de cosas negativas.

Hasta los órganos de difusión colectiva y las redes sociales supermodernas se encargan día a día poniendo en los primeros anuncios, primicias, de las cosas más feas, horribles, malas. Canales de la televisión en los programas de noticias de la mañana, como no tienen materiales buenos, transmiten noticias de América, Europa, Asia, África, de accidentes de tránsito, de apuñaleados, de asaltos, violadores, peleas vulgares de políticos en congresos tirándose vasos, ceniceros (copia de Ecuador). No podemos negar que el mundo está mal, los hombres cometen actos contra la moral, la ética, la vida, la honradez, la lógica, los principios; muchas aberraciones. No podemos negar la basura podrida. No podemos negar tampoco que existen cosas, personas buenas, en el Ecuador corrompido y el mundo corrompido. Pareciera que los malos son más, porque solo salen muchos en las portadas, les toman fotos (ejemplo, el huido en Bélgica dice algo, enseguida le dan un espacio grande, pero deberíamos sepultarlo); y que los buenos son menos porque salen pocos y en los espacios más pequeños. Dar a conocer la corrupción, lo malo, es correcto, pero también es importante dar a conocer la creatividad, la solidaridad, el servicio al prójimo, las actitudes buenas de los ecuatorianos pobres y ricos. En la pandemia deseamos temas positivos. La juventud tiene que inspirarse en positivo. (O)

Camilo Armendáriz, 26 años, Daule