Me proponía reflejar la lamentable variedad de los problemas económicos que van desde el desempleo, el bajo crecimiento económico no solo por mal manejo de la cosa pública, sino también por la terrible pandemia que azota al mundo.

Dado que para reducir las desigualdades de oportunidades es preciso la intervención del Estado, no es menos cierto que para que un país crezca económicamente debe participar también la cosa privada. Cabría decir que lo que más se valora es una sociedad democrática libre, pero sin poner en duda la presencia conjunta del Estado y del mercado. En estos momentos la vía media puede ser la más dura, pero podría ser la válida; por muy buenas intenciones que albergue la política económica extremista, es enemiga de la democracia y por tanto de los políticos... En un sistema constitucional hay que aceptar los cambios que procedan de un gobierno de la mayoría, aunque resulten poco deseables a nivel personal. Solo el progreso acalla el descontento. Las verdades de la economía no pueden encerrarse ni en cien leyes, pero en algún lugar aparecerá escrita esta verdad: “no des al mercado lo que no es del mercado”. Aprendimos que el pueblo no tiene por qué sacrificar sus libertades para lograr una mejor hogaza de pan o una esperanza de vida más alta... Lo que a mí me preocupa es la creación de fuentes de empleo, no la expansión del poder del mercado. El que disminuya la desigualdad de las oportunidades y mejoren las condiciones de los ciudadanos, nos importa más que el cumplimiento de planes anuales o de ideologías personales. Estaremos apoyando con planteamientos y críticas para ayudar a enrumbar el país hacia el progreso y las oportunidades para todos. (O)

Gustavo Orly Cedeño Villavicencio, Portoviejo, Manabí