La mayoría de ecuatorianos le decimos al presidente Lasso que mande a los asambleístas a la casa, porque es una lucha entre David y Goliat. Concuerdo con los que piensan que el mandatario del Ecuador puede triunfar en una nueva jornada electoral. Veamos los partidos y los votos:

–Ciertos partidos de representación indígena, sin alianzas son minoría, y son los más rechazados a nivel nacional.

–Otro partido, donde debe haber gente de bien, pero pensarán dos veces su adhesión ante tanta corrupción de ‘revolucionarios’, que sigue saliendo a la luz.

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–A otro partido, muchos de sus simpatizantes no le perdonarán el maritaje entre su líder y el prófugo al que le dijo que lo combatiría durante el gobierno de este; y el apoyo de sus asambleístas a la ley de oportunidades, fue solo un cálculo político porque sabían que la suerte estaba echada y sus votos no servían para nada; a esto hay que agregar las investigaciones al Municipio de Guayaquil.

–Otro partido, donde su comandante dice no ser soldado y deja a la tropa suelta, no sirve; sería por dar más atención a sus empresas donde trabajadores deben pagar más impuesto a la renta que él.

Pichincha, y el país, no perdonarán en las urnas a todos aquellos que concedieron la amnistía a los 268 que cometieron vandalismo en Quito y que continúan dándole la espalda al Ecuador y a su progreso. A todas estas deserciones le sumamos los votos a favor de la democracia de dos o tres millones de compatriotas que sueñan con un trabajo y un país seguro que la Asamblea y los sindicalistas les niegan. Y en el supuesto no consentido de una derrota, perdería el Ecuador, pero el presidente Lasso no tendría nada que perder porque –opino– que como ciudadano por méritos propios tiene ya un lugar de privilegio en la historia del Ecuador. ¡Dios salve a la patria! (O)

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Carlos Hernán Borja, Quito