El pueblo ecuatoriano escuchamos el jueves 23 de junio en radios, televisión, periódicos digitales, redes sociales; las campanas de las iglesias de Quito, que otra vez la están destruyendo salvajemente (y a otras ciudades de Ecuador), la delincuencia, el terrorismo, la politiquería ambiciosa que están moviendo los tentáculos del paro nacional para tomar el poder. La crisis que vivimos nos da pena y frustración, ya que no la paran ni sancionan las autoridades.

La Iglesia católica trata de mediar entre los protestantes y el Gobierno. El toque de campanas fue un llamado a la paz, fue una invitación a orar a Dios por la paz y el pueblo de Ecuador. (O)

Catalina Z. Montalvo, Daule