En un escenario donde el avance del conocimiento, la tecnología y comunicaciones son exponenciales, resulta catastrófico que la reivindicación de los derechos, por más justos que aparentemente puedan ser, se haga con el grito, el tumulto, la amenaza, la imposición, la violencia.

Es urgente recobrar la sobriedad y lo que nos ha costado desarrollar millones de años de evolución, que es la comunicación y escuchar, el diálogo compasivo y fraterno; pero se puede volver muy complejo cuando se lo realiza bajo presiones, monólogos, amenazas, influencias dañinas que opacan los nobles intereses del ser humano en búsqueda del legítimo bienestar. ¿Será que el liderazgo contemporáneo de nuestra sociedad en vías de desarrollo se ha convertido en servidumbre, donde la orden del capataz en las organizaciones se debe cumplir a rajatabla, sin lugar a discrepar, debatir o mediar en buenos términos para alcanzar las conquistas en las denominadas luchas sociales? Propiciar con el temor y las agresiones como excusas, vengan de donde vengan, para conseguir a toda costa lo que un grupo grande o pequeño piensa que es conveniente para toda la sociedad, lamentablemente, sería ir todos al abismo del bullicio, la destrucción y la desolación sin dar cabida a los procesos democráticamente civilizados de propuestas, diálogos, con argumentos de justicia y paz para todos, en plena libertad y búsqueda del bien común. En el futuro, seguir en el camino del odio y los conflictos, olvidándonos de nuestra hermandad dentro de nuestra casa, sería encerrarnos en la oscuridad fundamentada en el egoísmo, el caos y la barbarie. (O)

Ramiro Bladimir Tobar Cazares, economista, Ibarra