La delincuencia tienen que bajarla gobernantes, ejército, asambleístas, funcionarios judiciales, expertos en la materia de seguridad nacional, seguridad ciudadana, violencia, terrorismo, narcotráfico, delincuencia. Arrancar las raíces de la corrupción con mano dura, o nos gana la batalla la delincuencia, violencia.

Las Fuerzas Armadas tienen que asesorar con sus elementos de inteligencia más preclaros y honestos, para parar la delincuencia, violencia organizada, pandillas, mafias, crímenes. Las Fuerzas Armadas, que su respeto, imagen humilló el gobierno socialista que durante 14 años dictatoriales puso en el Ministerio de Defensa a sus adláteres políticos civiles que no hicieron ni la conscripción, y sacó de cargos importantes a militares que tenían experiencia, pero no opinaban como el dictador de dicha época; hoy están trabajando por la patria en el combate del mal. Ecuador no puede terminarse de hundir por mafias que hacen lo que les da la gana porque les abrieron fronteras, trajeron migrantes ilegales, delincuentes, guerrilleros, dejaron libres a muchos presos peligrosos, apoyaron a mulas y traficantes, protegen con derechos humanos a mafiosos, sicarios, etc. Tienen que informar sobre los detenidos, nombres, caras para que los ciudadanos los reconozcan y avisen a la policía y militares si estos delincuentes se escaparan. A las víctimas no deben someterlas a careos y viacrucis, basta que las hayan asaltado o haya habido intento de asalto, abuso, para que procesen a los delincuentes. Deben reformar las leyes. Juez, fiscal, policía, que acepte soborno para favorecer a delincuentes, mandarlo preso. Por otra parte, trabajar con niños, jóvenes, barrios, familias con campañas de valores humanos a cargo de un ministerio de bienestar social y la familia, religiosos, maestros; educar, apoyar emprendimientos, con el objeto de que tengan valores, educación y trabajo, y las familias no se corrompan, no salgan de ellas delincuentes, adictos, traficantes. Apoyemos las medidas de seguridad que dicte el Estado, no solo sean los operativos por dos meses sino siempre. (O)

Marcelo Silva H., universitario, Guayaquil