Soy adulto mayor y me da indignación acogerme a esta disposición para hacer la ‘fila para tercera edad’ en los bancos, pues no se resuelve en nada la preferencia en atención que deberíamos tener.

Se dan casos que las filas de los más jóvenes andan más rápido que la de los de la tercera edad, debido a que existen tres o cuatro ventanillas para ellos y solo una para nosotros. Además de esto la atención es más lenta dada nuestra edad, porque la persona firma más lento, se le cae la pluma, no encuentra el documento, los lentes, anda con bastón, andador, muchas veces anda en sillas de rueda, o pierde estabilidad por estar mucho tiempo parada haciendo fila; solo por mencionar algunas de las causas de su lentitud, de ahí que deberíamos tener una atención preferencial diferente, deben acercarse a prestar apoyo.

La mayoría estará de acuerdo en que las personas adultas mayores deberían ser atendidas apenas entran al banco o a cualquier institución, sin miramiento alguno; esta sería una atención personalizada, no la que hay actualmente. Al adulto mayor poco a poco se lo va sacando de circulación, no es objeto de crédito, no puede acceder a un empleo, los buses no le paran porque es muy lento al subir y bajarse, le cobran la tarifa entera, etc.; en fin, a esta edad sufrimos de una serie de atropellos y vejámenes, que deberíamos sacar la suficiente fuerza y la entereza para soportarlos y para reclamar, protestar, por los medios de comunicación ante una sociedad injusta y cruel.

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Además, en las ‘filas de la tercera edad’ también enfilan a señoras embarazadas o con niños y personas especiales, lo que complica aún más la espera. Apelo a la sensibilidad de los directivos de la banca, analicen y corrijan este problema, pues no debe tratarse únicamente de hacer dinero, sino también de dar una atención con calidad y calidez a los clientes. (O)

Walter Zambrano Romero, ingeniero civil, Guayaquil