Lo primero que hacemos apenas nos despertamos es revisar todas las notificaciones que hemos recibido en el celular y empezamos a recorrer las redes sociales. A primeras horas de la mañana nos encontramos con personas ultra deportistas con tiempo de madrugar para hacer ejercicio o gente despertando con una maravillosa vista al mar en un edificio. Luego, a muchos nos toca trabajar.

En el almuerzo aprovechamos para regresar a las redes sociales. Recorriendo Facebook, Instagram, TikTok, Twitter nos encontramos con gente que tuvo la mañana libre para ir al supermercado, está almorzando en un restaurante lujoso con amigos, fotos de amigos en reuniones con gente importante. Al salir del trabajo algunos llegamos a casa y luego de compartir en familia la cena dejamos lavados los platos, hacemos dormir a los bebes, y volvemos a revisar las redes sociales o vemos televisión, y nos encontramos con modelos con cuerpos sensuales, autos de lujo que no se venden en Ecuador, gente de vacaciones en lugares increíbles. Está bien, sin embargo todo lo que vemos pertenece a un ‘mundo perfecto’ que no muestra la realidad de esas personas; es una fantasía que a muchos genera ansiedad o la sensación de ser un inútil.

Lo que no logramos ver es que quizás el deportista de la mañana sufre de colesterol o algún problema congénito, o la modelo que comparte sus fotos en bikini se ha vuelto bulímica por la presión de la sociedad, la persona que está en su mañana libre perdió su trabajo en la pandemia y las personas que despertaron en un lugar paradisiaco están visitando a algún familiar para contarle un problema grave. El mundo no es perfecto. Agradezcamos por lo que tenemos... Dejemos de ver la vida como una competencia contra los demás y no sigamos imitando a otras personas. (O)

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Alejandro Bermeo Bucaram, abogado, avenida Samborondón