Ser blandengue no es una virtud. La nueva ideología identitaria es solo la defensa de lo mío. El feminismo se empeña en argumentar que defiende la igualdad de todos, pero como toda ideología, en realidad solo defiende los intereses de una parte. Nadie observa que en la construcción de la identidad de género se penalizan todos los matices presuntamente tóxicos de la parte masculina. En cambio, se acepta como normal el rol emocional del género femenino, que igualmente habría que reeducar.

En este contexto, se observa la discriminación en sí hacia la mujer, a la que en este caso no se trata como un igual, sino como a un menor. Si el feminismo buscara de verdad la igualdad real, exigiría que se penalizara la parte de nuestra identidad que transmite conductas emocionales de dependencia y manipulación antiéticas. Aunque igual, a esa ideología no le interesa que entremos a debatir sobre quién ejerce la voluntad de poder emocional en las relaciones personales. El problema es que mientras sigamos viendo normal lo que no lo es y no corrijamos lo que no funciona, seguiremos teniendo un mundo emocional destructivo. (O)

Pablo Fuentes Cid, Valladolid, España