La bisagra es una pieza metálica de dos caras planas unidas por un mecanismo que le permite girar hacia un lado u otro donde se la ubique. Es un viejo sistema industrial artesanal para sujetar puertas, jambas, al lado izquierdo, gira hacia adentro.

En las décadas finales del siglo XX las bisagras fueron tomadas como formas pragmáticas en la política ecuatoriana, sobre todo en la legislatura. Otros preferían denominarlas mayorías móviles, estrategias pasajeras. Este mecanismo permitía a los partidos y movimientos políticos obtener dignidades dentro del recinto legislativo para presidirlo, para la designación del secretario del congreso, de las comisiones legislativas y sus presidencias y del CAL (Consejo de Administración Legislativa), con lo cual aseguraban el manejo del Congreso o de la Asamblea y sobre todo dictar leyes, acuerdos y resoluciones, acordes con el presidente del Ecuador que también tiene función de colegislador. Así se justificó a la bisagra como un modelo ideal de gobernanza, esto es sin sobresaltos entre las funciones Ejecutiva y Legislativa, sin perjuicio de su carácter de transitorio mecanismo político, por cuanto cambian en el camino esos grupos iniciales y esos parlamentarios.

Cierto partido fue opuesto a utilizarse este mecanismo en la política ecuatoriana, especialmente en el Congreso Nacional –aun cuando se trataba de estrategia pasajera– por considerarse el único partido político ideológico con un planteamiento económico político llamado “de arriba hacia abajo”, que nunca fue bien explicado ni aplicado cuando fue gobierno. Hoy, para sorpresa del país, la estratégica bisagra política se ha puesto nuevamente de moda, en la Asamblea Nacional. Y dicho partido que se oponía a la bisagra formó un bloque político con otros que no son de izquierda ni de derecha, la praxis política superó a la ideología, una postura muy cómoda para los ‘bisagrados’. (O)

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Sucre Calderón Calderón, abogado, avenida Samborondón