El presidente Lasso en forma contundente solicitó que ‘se limpie la justicia de una vez por todas’, ante el panorama de inmoralidad y arbitrariedad que reina en los tribunales de justicia del país.

Por otro lado, la Judicatura y la Fiscalía firman documentos de lucha contra la corrupción y son procesos que mueren en el papel, en muchos casos magistrados evitan la prisión de detenidos a cambio de que se reporten periódicamente en oficinas judiciales, orden que no se cumple y queda impune. Los delitos con mayor recurrencia son enriquecimiento ilícito, cohecho y concusión. Hay jueces que aceptan de forajidos certificados falsos de salud, son trasladados a clínicas para terminar en las calles de Miami o México. En un artículo de diario El Comercio se reporta que en el año pasado, solo en Guayas, los fiscales emitieron 328 dictámenes que favorecieron a detenidos y solo tres casos tienen sentencias, de más de 2.000 remitidos por la Contraloría. El caso más inaudito fue el de un judicial señalado penalmente por favorecer a narcodelincuentes que ahora se encuentran libres. Finalmente el país miró absorto cómo cierta justicia negó detener a funcionarios acusados de interceptar datos de la Función Judicial para alterar sorteos. Faltaría tinta y tintero para denunciar los yerros, por decir lo menos, de múltiples autoridades (de las que se sabe) que con cinismo dejan libres a los malhechores. ¿A cambio de qué?, pregunta ‘inocente’. Ayn Rand menciona en La rebelión de Atlas: “Cuando usted advierta que para producir necesitan autorización de quienes no producen nada; cuando compruebe que el dinero fluye hacia quienes trafican no bienes sino favores; cuando perciba que muchos se hacen ricos por el soborno e influencias más que por el trabajo, y que las leyes no le protegen a usted, sino por el contrario, son ellos los que están protegidos contra usted; cuando repare que la corrupción es recompensada y la honradez se convierte en autosacrificio, entonces podrá afirmar sin temor a equivocarse que su sociedad por desgracia está condenada”. (O)

Guillermo W. Álvarez, doctor en Medicina, Quito