Desde las presidencia anterior, del licenciado Lenín Moreno, y con la actual de Guillermo Lasso, los jubilados y pensionistas del IESS venimos reclamando que con los ‘aumentos’ del salario mínimo vital los más perjudicados somos nosotros, especialmente los que ganamos menos de $ 400 mensuales, porque todos los productos suben de precio escandalosamente (medicinas, alimentos, vestuario, etc.) y nadie se preocupa por esto.

Después de dos semanas veremos acreditar nuestras pensiones aumentadas en misérrimos centavos. Así lo dejó establecido el gobierno de la década nefasta en el año 2016 y lo continúan ejecutando los siguientes gobernantes. El precio de la canasta básica cada vez se aleja más del valor de las pensiones de la mayoría de jubilados. Los asambleístas ridículamente en lugar de perder el tiempo buscando decretar el día nacional del bizcocho, deberían poner en sus agendas de trabajo los asuntos trascendentes y devengar sus sueldos que les pagamos los mandantes, el pueblo. Hoy, los noticieros dicen que el Gobierno ha formado un comité para estudiar la situación del IESS. En el mismo debería incluirse al doctor Marco Proaño Maya, quien fue un versado y preocupado jurisconsulto por defender a los jubilados. Puede que sea necesario calentar las calles como lo hicimos conjuntamente con ancianos jubilados, cuando quebraron los bancos. Nos reuníamos todos los lunes a partir de 1998, formamos un comité y logramos que poco a poco nos devolvieran nuestros fondos. Al mediodía, nos sentábamos o acostábamos en las calles 9 de Octubre y Pedro Carbo, en Guayaquil, para que la policía no nos llevara detenidos. Pedimos al político investigador de corrupciones Fernando Villavicencio que tome nuestra bandera de los jubilados, se preocupe por los pensionistas del Instituto Ecuatoriano de Seguridad Social. Si nadie nos toma en cuenta, ya veremos la forma de organizarnos los pensionistas para no seguir siendo la última rueda del coche del país. (O)

Jorge William Tigrero Quimí, economista, Guayaquil