El panorama nacional causa inseguridad, no solo inseguridad física, sino también política, económica, ciudadana, etc. Son pocos los ‘afortunados’ que dicen “a mí no me han robado”. La mayoría tememos salir de la casa a dar una caminata al parque del barrio local, a disfrutar de ir a consumir a los negocios de comidas de la ciudad, etc. Nos damos cuenta de que los delincuentes nos han robado la confianza.

Hace poco, yendo a comprar comida en mi cantón Daule, la señora del negocio comentó de los políticos: “Ya están pintando paredes, invirtiendo en la publicidad de las elecciones en todo el cantón, pero cuando están en el poder ni te saludan”; gastan dineros en muchas cosas, no en la seguridad. Hoy por hoy las personas no salen a pasear así no más. En las fiestas cantonales ya ni se ve mucha gente comprando, paseando como antes. Lastimosamente en cada esquina los ladrones han robado de manera física, y durante la pandemia el COVID–19 ha robado la rentabilidad porque muchos negocios pierden, cierran, peor ahora por la inseguridad no venden. Curiosamente con eslogan nos llaman ‘potencia turística’. Nuestros familiares en el exterior observan las noticias locales, las redes sociales, me dicen “cuida a mis tías, dile a mi madre que no salga de la vivienda. Hay muchos robos”. La ciudad de Durán, el país, están al borde del cansancio porque es hora de recuperar la paz, los gobiernos no combaten la delincuencia. (O)

David Viterbo Ronquillo Loy, economista, Daule