En el flanco oriental de la Cordillera de los Andes yace un potencial enorme para promover el turismo sostenible, la preservación de la naturaleza y la práctica de actividades deportivas al aire libre. En un tramo de aproximadamente 350 km de largo se ubican cino zonas protegidas desde el Parque Nacional Cayambe-Coca hasta el Parque Nacional Sangay. Con una visión a largo plazo y un apoyo decidido de las autoridades nacionales y locales se podría desarrollar ahí un Gran Sendero (Jatun Ñan) que una estas zonas, de forma similar al Appalachian Trail en Estados Unidos o el Te Araroa en Nueva Zelanda.

Este espacio incluye de forma casi ininterrumpida el Parque Nacional Antisana, la Reserva Biológica Colonso Chalupas y el Parque Nacional Llanganates. Una segunda etapa podría conectar el Jatun Ñan con otras áreas protegidas en la Cordillera Occidental a través de corredores transversales. Un camino continuo que conecte estas áreas protegidas fomentaría la práctica del senderismo, ciclismo de montaña, trail running, montañismo y otras prácticas deportivas. Además, incluiría al Ecuador en el mapa de los mejores destinos para realizar senderismo de larga distancia, una actividad en crecimiento hasta antes de la pandemia. Esto resultaría en beneficios económicos para el fisco y las comunidades cercanas. En Nueva Zelanda, por ejemplo, el Te Araora recibe a miles de caminantes al año, con un impacto estimado de al menos $ 5 millones en el 2017 para las comunidades aledañas. El impacto es mayor cuando se trata de turistas extranjeros que deciden recorrer sus 3.000 kms, ya que se estima que cada uno gasta entre $ 5.000 y 7.000 durante los cinco meses de caminata. En España, el Camino de Santiago atrajo a 347.000 peregrinos y generó $ 79 millones en el 2018.

Según un análisis de la Xunta de Galicia, un peregrino promedio equivale a 2,3 turistas regulares por su mayor tiempo de estadía y gasto. En Estados Unidos el Appalachian Trail genera entre $ 125 a 168 millones anuales, de los cuales $ 27 millones se quedan directamente en las comunidades locales.

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A modo de referencia, la construcción de una sección de 150 kms del Te Araroa en Nueva Zelanda costó $ 3,8 millones, distribuidos presupuestalmente en cuatro años. Sin embargo, la fase inicial del Jatun Ñan no requeriría de la compra de tierras privadas, ya que atravesaría zonas públicas protegidas. Podría reclutar la labor voluntaria y aportes de empresas, clubes de andinismo, comunidades aledañas y sociedad civil en general que contribuirían con su tiempo para crear y mantener el camino.

El Jatun Ñan puede convertirse en la nueva carta de presentación ambiental y turística de Ecuador al mundo. Bajo el liderazgo de los ministerios del Ambiente y Turismo y con el apoyo de la sociedad civil y el sector privado se podría completar una fase inicial del camino antes de que termine el Gobierno actual. Sería una oportunidad para reconectar con la naturaleza, fomentar la reactivación del turismo y conocer zonas de inmensa biodiversidad poco visitadas por la mayoría de la ciudadanía. (O)

Francisco Javier Mejía, economista y aficionado a los deportes al aire libre, Quito