El país vive un momento de crisis aguda en aspectos económico, psicológico, familiar, educativo, social y sobre todo político, un corsi e recorsi (cursos y apelaciones) como lo manifestara el italiano Vico; volver a lo mismo, repetitivo en todos los tiempos.

Hoy en día estamos bajo las amenazas de un sector de la población, el propósito es causar un daño. El Poder Ejecutivo no tomó la debida precaución para evitar este caos. Los manifestantes han dado a conocer sus inconformidades, un decálogo de peticiones. Si bien es cierto que la democracia reconoce las manifestaciones, estas no son pacíficas, por el contrario son violentas, saqueos, actos vandálicos...; actuaciones agresivas que conllevan sanciones, requieren de expedientes judiciales de inmediato. Si bien es cierto que los actores políticos en parte tienen razón, los manifestantes defienden sus necesidades, entre otras, la baja del precio de los combustibles, el cumplimiento de las ofertas de campaña, mejores sueldos; el Gobierno defiende la democracia. Difícil situación, y debe resolverse en paz. En las cinco funciones del Estado el desempeño de actuaciones administrativas ha sido funesto, además el pueblo, las élites políticas y los factores endógenos y exógenos han llevado al fracaso a la conducción gubernamental de la nación. Pregunto, ¿qué características debe tener un líder para dirigir un país? La respuesta de Joseph Maistre: “Cada pueblo tiene el gobierno que se merece”. En conclusión, los destrozos ocasionados por los manifestantes los pagarán los trabajadores y los que los ocasionaron quedan en la impunidad. (O)

Julia Magdalena Vergara Acosta, abogada y doctora en Ciencias de la Educación, Guayaquil