El Ecuador se libró de milagro 4 años de dictadura, venganza y destrucción económica.

El 47% de los votantes apoyaba inexplicablemente al títere. Pero lo inexplicable tiene explicación. Esa votación la divido en tres grupos: ese 20% sólido de agradecidos de lo bueno del correato. Los resentidos económicos que no votarían jamás por un banquero millonario, y los jóvenes sin memoria adoctrinados en colegios. Gracias a Dios, finalmente más pudo el anticorreísmo, sembrado y cosechado por su progenitor. Pero no nos engañemos. Antes, casi tuvimos que celebrar la victoria de Yaku Pérez, un buen hombre con peligrosas ideas extremas e indefinidas, quien por 0,35% de margen no dejó fuera de contienda a Lasso, y este ganó por descarte frente a la alternativa. Ese es el milagro, Lasso puede ser un excelente presidente, reúne dos factores esenciales, honestidad y amor al pueblo ecuatoriano. Lo impulsa un vivo deseo de mejorar el país. La tarea es gigantesca y cuatro años se esfuman rápido. Si fracasa, dejará tierra fértil para el correísmo. Miremos a Nicaragua, Argentina y Bolivia. En otras palabras, ya arrancó la campaña del 2025.

Lasso debe gobernar para el pueblo, no solo para cifras macroeconómicas que no reflejan el bienestar del pueblo. No solo dar empleo, sino empleo con salario digno que permita a un hombre mantener a su familia, elevar la calidad de vida, no sobrevivir. Crear una clase media mayoritaria. La economía se levanta poniendo dinero en el bolsillo del pueblo, que gaste, consuma. La demanda de bienes y servicios incentiva la inversión y crea empleos. Eliminar el ISD premiando a quien saca dinero ganado en Ecuador es un error, podría ser interpretado, para beneficio de Lasso. Regularlo para que no sea una carga ni desincentivo a la inversión foránea, es un acierto. Hoy el ISD es un impuesto recaudatorio y eliminarlo obliga a la creación de otros impuestos compensatorios que sí serán un desincentivo a la inversión, o un castigo al pueblo. En una economía dolarizada cuidar la masa monetaria (M1) es primordial. Premie a los exportadores que traen divisas, castigue a quienes las sacan. En el 2025 el pueblo aplaudirá a rabiar su gobierno, no el FMI y un puñado de empresarios. Dios ilumine al futuro gobernante. (O)

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Gustavo Echeverría Pérez, avenida Samborondón