La protesta social es legítima cuando se fundamenta en reclamos justos por los derechos vulnerados. La protesta social es necesaria cuando las autoridades desatienden a los sectores menos favorecidos. La protesta social se respalda cuando el pueblo se siente representado por los líderes de la movilización. Pero, cerrar carreteras, tomarse pozos petroleros, atacar edificios públicos, contaminar el agua, saquear comercios, secuestrar policías, imponer argumentos por la fuerza; de ninguna manera es protesta social. Es vandalismo, delincuencia y terrorismo.

Vivimos en un estado democrático donde gobierna la voluntad de la mayoría. Hace más de un año el pueblo ecuatoriano se pronunció a favor del plan de gobierno del actual presidente. Si no les gusta a los manifestantes, qué pena, así funciona la democracia. El derecho a gobernar se gana en las urnas, no a punta de piedras, palos y lanzas. En las próximas elecciones que un seudolíder de ellos se candidatice y cuando triunfe democráticamente podrá aplicar el modelo de Estado que estime conveniente; mientras tanto, en democracia debe gobernar quien triunfa en las elecciones. No acceder al diálogo que les ofrece el Gobierno nacional, desnuda de cuerpo entero sus verdaderas intenciones: el golpismo. Ecuador necesita paz, educación y trabajo, es lo único que nos librará del despotismo. El caos, la desidia y la barbarie son caldo de cultivo para alentar a los aprendices de dictadores y limpiar el prontuariado de los prófugos de la justicia. (O)

Eddi Giovanny Zavala Mendoza, magíster en Ciencias de la Educación Daule