Ha cumplido el primer año de su mandato el presidente Guillermo Lasso, quien vacunó al 87 % de la población contra el COVID–19 , reactivó actividades económicas, educativas, laborales..., y lo juzgamos porque no ha cumplido lo ofrecido. Debemos mirar aspectos: oposición de la Asamblea Nacional, que no reconoce proyectos de ley importantes; inflación del costo de distintos artículos a causa del costo alto del transporte fluvial, aéreo, terrestre y por la guerra entre Rusia y Ucrania.

El presidente Lasso es el primero en asumir un cambio después de un continuismo de 14 años de correísmo-morenismo populistas, causantes de un mal cambio, autores de construcciones mal hechas a costos elevados de lo real; una corrupción imparable a cuyos autores y cómplices la justicia lenta no descubre. Quienes apoyamos el mandato del presidente seguimos optimistas de que cumplirá ofertas: medicamentos y equipos a hospitales, trabajo, inversión extranjera, bajar intereses bancarios por préstamos a clientes, bajar aranceles a la importación de muchas mercaderías, quitar impuestos altos que encarecen el costo de productos; suprimir trámites innecesarios en oficinas públicas, bajar la desnutrición infantil y adulta; educación obligatoria básica y secundaria gratuitas; no autorizar cada año a colegios particulares aumentar el valor de las pensiones; reformar el Código de la Democracia, pues el CNE no puede auspiciar la creación de movimientos políticos momentáneos en época de elecciones; el erario nacional no debe dar tanto dinero a campañas políticas. (O)

Patricio Guijarro Polo, doctor en Jurisprudencia, Quito