Acción solidaria, por un lado, por otro, gasto superfluo del dinero de las arcas municipales. Lo primero, la participación logística en la inmunización contra el SARS- CoV-2 que el gobierno del licenciado Lenín Moreno con su número impensado de ministros de Salud no atinaron a planificar un programa eficiente de vacunación. Lo segundo, la pintada de las paredes de la Guayaquil con bellas palabras y la decisión de contratar pinturas al óleo de un proyecto denominado ‘Óleos del Bicentenario’. Costo del arte: aproximadamente 800.000 dólares.

Se olvidan las crisis sanitaria, económica y social por la que atraviesa la ciudad de Guayaquil y el país... Con estas acciones se pudiera imaginar que en las casas donde hay enfermos que necesitan atención e insumos médicos, los responsables de las familias salen a recorrer talleres y regresan con cuadros para adornar las paredes de las salas. Sabemos que las pruebas de PCR necesarias para establecer exactamente el número de contagiados y validar estadísticas -paradójicamente ‘abaratadas’ después de más de un año de pandemia con miles de muertos, de saldo- cuestan realmente 40 dólares. Con los 800.000 dólares se pudo comprar 20.000 unidades; puede parecer un número pequeño ante la demanda y no resuelve la situación, pero ayuda; además es con dinero de los contribuyentes. ¿En qué favorece a la trágica situación actual de Guayaquil pintar paredes y contratar óleos? Ciertas afirmaciones de que no se debe detener el desarrollo de la ciudad y que es importante en momentos de crisis levantar el espíritu y orgullo ciudadano...; son falta de razón y de compasión. (O)

César Rodrigo Bravo Bermeo, doctor en Medicina, Guayaquil