Ante el olvido del deporte infantil, la sociedad tiene la impostergable obligación de rescatarlo, tomando en consideración que en décadas pasadas del siglo XX, en la mayoría de las escuelas y los colegios se impartían las clases de básquetbol, atletismo, indorfútbol, voleibol, ping pong, etc. Era normal organizar campeonatos interescolares.

Ningún escolar de aquellas épocas podría hoy de dejar de tener presente los clásicos enfrentamientos, por ejemplo de índor entre las escuelas Modelo, más conocida como Centro Escolar 9 de Octubre, y la unidad educativa básica Numa Pompilio Llona. O entre las escuelas John D. Rockefeller y Gabriel García Moreno, de los padres carmelitas. Hoy por hoy ciertas escuelas particulares y algunas fiscales han rescatado a medias esos lances deportivos, efectivando lo que llaman olimpiadas internas donde se premia la vistosidad de los uniformes, el glamur de las madrinas, la realización de un juego casi siempre entre los dos últimos grados, y vengan los brindis de refrescos, los bocaditos, y fin.

Los niños necesitan estímulos, las escuelas, los colegios, deben implementar la enseñanza del fútbol (fulbito) teniendo en cuenta que hoy las niñas también juegan como siempre debió haber sido, y para que esto fusionen en el pénsum de la educación física, la deportiva, ya que al hacer deporte este agiliza las destrezas físicas del cuerpo y la mente. Los deportes sacan de la mente el uso excesivo de los juegos y equipos tecnológicos, si bien son divertidos y educativos, el abuso presenta adicciones y conduce a tener como reales muchas irrealidades que menoscaban la apreciación objetiva de los hechos; también colman la mayor parte del tiempo de los niños, adolescentes y jóvenes y pueden causar disminución del razonamiento intuitivo, problemas de alimentación, sedentarismo, salud, etc. (O)

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César Antonio Jijón Sánchez, Daule