Por obedecer al psicópata fugitivo, 46 compinches renunciaron a sus curules valiéndose de las redes sociales; no tienen vergüenza, solo están para alzar la mano por más inicua que sea la orden. Inventaron grave conmoción para que Lasso se vaya a la casa, adelantando las elecciones; luego pensaban ganarlas para reiniciar su vicio sin el cual no pueden vivir: robar.

El jefe de mentirosos, agobiado por glosas que tendrá que pagar, pensaba alcanzar un cargo para llevarse hasta las señales de tránsito. Con esa maniobra, subversivos reforzarían el paro de una organización liderada por peligroso comunista que planteó peticiones, que en el fondo no buscaban el bienestar nativo sino la desestabilización del régimen que decomisó más de 300 toneladas de droga, ocasionando pérdidas a financistas narcos que sostuvieron el carísimo vandalismo en más 20 días de un paro nacional que fue irresponsable, que finalizó el 30 de junio con la firma de un acuerdo entre los líderes indígenas y el Gobierno de Lasso. Sin embargo, las pérdidas son incalculables.

Políticos al mando de indígenas tuvieron paralizado el país y el Gobierno suspendió el estado de excepción, bajó el precio de las gasolinas y diésel, cedió la Casa de la Cultura para las asambleas del paro, y toleró la segunda destrucción de la ciudad de Quito, los cierres de pozos petroleros, las emboscadas a los camiones militares, el secuestro de policías, el desabastecimiento de alimentos, las tomas de gobernaciones y quemas de recintos y vehículos de las Fuerzas Armadas. O sea que si hubo grave conmoción, los causantes fueron ellos. (O)

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Carlos Mosquera Benalcázar, doctor en Medicina, Quito