Las relaciones familiares hirientes no se pueden soportar dado que enferman. Ámelos, pero aléjese. No todos los padres, madres, hermanos, primos..., aman y defienden a sus familias. Algunos solo luchan por sus intereses.

Hay familiares tan ofensivos (tóxicos) que se convierten en enemigos porque traicionan, roban, hablan mal, chismorrean y envidian a otros de sus miembros, que no los quieren ver bien, que ganen un sueldo, trabajen, viajen, se compren algo o sean felices; jamás querrán verlos mejor que ellos. Por eso se reúnen para hacer quedar a los otros como malos, hacen bandos para desacreditar pensando que son los mejores, los más buenos de la familia. Solo están para cuando les conviene y seguir usando a las personas en ‘nombre de la sangre que nos une’. Dejen de entrometerse en la vida de familiares, parejas, hermanos, cuñados, etc.

Las familias deben crecer con democracia, evolucionar, sanar, poner límites, respeto. Es necesario alejarse de quienes dañan, dejar de sufrir por familiares que solo roban energía, alegría, paz, no se hacen cargo de sus vidas sino se meten en la de otros con ira, hipocresía, manipulación y heridas. (O)

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Wilfrido Barragán, Guayaquil