La función de la crítica es no solo analizar sino exponer junto a los logros o fallos, lo que falta en una obra o constituye sus deficiencias.

La casa de la cascada que diseñó el arquitecto norteamericano Frank Lloyd Wright (1934-35) sigue los principios de la arquitectura orgánica y moderna, consisten en integrar armónicamente en una edificación los factores ambientales del lugar, su uso y función, los materiales nativos, el proceso de construcción y el ser humano. Se debe elegir una forma predominante para utilizarla en toda la construcción. La casa de la cascada o La casa mito es una historia imaginaria que altera las verdaderas cualidades y da más valor del que en realidad tiene. Pretende armonizarse con su entorno natural proponiendo una sucesión de volúmenes que dan la impresión de levitar sobre el agua. (Está sobre una cascada. Fue dada a la Conservación Occidental de Pensilvania (WPC) en 1963 y reabrió como museo, millones de turistas han ido a verla al sureste de Pittsburgh, Estados Unidos). La obra residencial, famosa, por excelencia del siglo XX, es el efectismo máximo en obra de arquitectura, es un recurso usado para llamar la atención, de gran belleza que debido al impacto deslumbra, pero por eso y debido a su interés debemos analizarla con perspectiva no artística sino desde la integridad de la buena arquitectura y su eficacia. “Todo lo que trata de producir efecto es exagerado o de mal gusto”. Partiendo de una gran admiración por el arquitecto como por la belleza de su obra, la sitúo como obra de arte o maestra y si la analizamos como obra arquitectónica hace daño a la historia de la arquitectura ya que no incluye apropiadas soluciones estructurales, entendiéndose que la obra solo puede ser poética porque su manifestación no radica en el edificio, sino en su espacio interior y la luz, ya que emplea libre y expresivamente las formas arquitectónicas más allá de ser útiles frente a otras cualidades; es decir es la suma indisoluble de verdad, bondad y belleza. Visitarla, tiene poco que ver con arquitectura o ingeniería, la calidad que percibimos ahí es espiritual. Es una escultura más que arquitectura. (O)

Julio César Ubilla Abad, arquitecto, Guayaquil