Un candidato en el debate el domingo 21 de marzo expresó acertadamente, “no se puede avanzar al futuro con ideas caducas”. Si bien fue uno de sus pocos aciertos, esta frase contrasta y cae en el sin sentido cuando él defiende una de las ideas más caducas y nefastas como el socialismo.

Es innegable que el modelo llamado socialismo del siglo XXI no es más que un renombre de la filosofía nacida en el siglo XIX de la mano de teóricos como Robert Owen y Karl Marx, que ha ocasionado miseria en países que han intentado implementarlo. Las razones de su fracaso radican desde su muy refutada teoría del valor/trabajo, cuando hoy se ha evidenciado que el valor de las cosas depende de la ley de oferta y demanda. ¿De qué otra forma explicamos el alto costo de los productos o servicios que no requieren mucho trabajo en su elaboración, o la gran caída del precio del petróleo el año pasado? El más nefasto fundamento que más daño ha ocasionado a las naciones es la distribución de riqueza, plan errado que pretende quitarle los frutos de su trabajo a quienes más producen, para repartirlo a los demás. Aun cuando suena ‘bondadosa’ esta medida, olvida que la economía se desarrolla gracias al deseo de lucro de las personas, y esto solo castiga ese deseo haciendo que la riqueza deje de generarse. Otro detalle que la gente olvida es ¿quién realiza esta distribución? Y aquí el socialismo muestra su cara más perversa, pues siempre necesita de los Estados grandes y burocráticos que puedan cumplir esta ‘distribución’, y lo que la realidad ha mostrado es que la mal llamada solidaridad sirve para enriquecer a los gobernantes que están a cargo de que se dé la ‘distribución’; de ahí que el socialismo se desencadena en corrupción estatal. La demagogia socialista siempre es la misma fórmula: quitarle a los ricos, quedarse con el dinero para ellos, y apenas una porción destinarla a obras para aparentar progreso. Acabado el dinero del pueblo, recurren a la deuda o emisión monetaria creando inflación y devaluación de las monedas locales. Los frutos de estas políticas los hemos visto desde la caída de la URSS, Berlín Oriental; Cuba; Venezuela, Argentina. Por eso es contra producente que un candidato hable de dejar atrás ideas caducas, cuando él se muestra abanderado de la ideología más caduca y empobrecedora. Debemos aspirar a ser un país que genere riqueza para todos, abandonando ideas fallidas como el socialismo. (O)

Carlos Enrique Vallarino Herrera, 27 años, abogado; Salinas, Santa Elena