La democracia es un sistema de gobierno cuyo objetivo es respetar y garantizar los derechos y libertades fundamentales de sus habitantes mediante un gobierno elegido por sufragio popular directo, cuyo objetivo primordial es la seguridad y el bienestar de la ciudadanía y donde gobernantes y gobernados no tienen más derechos que los establecidos en la Constitución: “Es un derecho humano vivir en una sociedad democrática” (artículo 3.8).

La democracia se sustenta en la soberanía popular que radica en la voluntad del pueblo que legitima el ejercicio del poder público, que es alternativo y responsable, reservándose la revocatoria del mandato. En el ejercicio de sus funciones los gobernantes, cada día, deben legitimar su poder asumiendo como primer deber el bienestar de la colectividad, anteponiendo sus intereses a fin de que el concepto de igualdad y no discriminación garantice a todos su inclusión en los procesos políticos, económicos, sociales y culturales, y se acorten los caminos de la inequidad, desigualdad y la pobreza. Existen grandes abismos entre la equidad proclamada y la realidad que se vive en muchos países, por ello los gobernantes a más de su capacidad manifiesta y su vocación de servicio deben proceder con absoluta sabiduría en la toma de decisiones trascendentales y asumir, con absoluta tolerancia y apertura, las manifestaciones que le fueren adversas y buscar dentro del marco de constitucionalidad y transparencia beneficiar a la colectividad por sobre las pretensiones de terceros que pretenden surcar caminos diversos a la democracia. Anhelamos que en todos los gobernantes del mundo se acrisole un estadista para que con esfuerzo, abnegación, sacrificio y sabiduría conduzca a sus gobernados hacia la convivencia y coexistencia de la dignidad humana. (O)

Franklin Moreno Quezada, doctor en jurisprudencia, Guayaquil