Personas de ambos sexos con chalecos, se toman las vías con el fin de dejar estacionar carros en donde no hay parquímetros, y donde hay dichas máquinas, cobran, detienen el tráfico para ayudar –más a mujeres conductoras– a parquear, o sacar el carro en marcha y salir.

Dichas personas se creen dueñas de calles, cuidadoras de carros, se creen vigilantes; llegan de Mapasingue, invasiones, suburbios, a ciudadelas donde hay puntos comerciales a ‘trabajar’, porque tienen ‘derecho’ a ganarse la vida. Los chamberos, igual, porque tienen ‘derechos’, rompen las fundas de la basura, viran los tachos, dejan la ciudad más sucia, contaminada y más ratas. Las autoridades del orden brillan por su ausencia, pero a los comerciantes que trabajan en locales les ven todo para sacarles multas. (O)

Felipe Játiva U., Guayaquil