La desglobalización es un tema muy importante en todos los aspectos del desarrollo, es la tendencia principal para la economía del 2023.

El megabanco JP Morgan Chase (unido a la dinastía Rockefeller) señala que la fractura de la geopolítica tendrá enormes implicaciones para las inversiones y los mercados de capitales, que la regionalización de la economía se asentará según la cadena de suministro –de la que China era la matriz global– y la producción se trasladará más a la demanda, lo cual beneficiará a Asia. El BlackRock ajusta su manual de inversiones y de convivencia con la inflación en medio del nuevo orden mundial de fragmentación geopolítica, un mundo partido en los bloques competidores: G7, Brics, Asociación Económica Integral Regional (RCEP) encabezado por China, entre otros. La economía deja de ser global en un mundo fracturado geopolítica y geoeconómicamente.

Además, la globalización tecnológica también está fracturada, de lo contrario no habría la guerra de los chips. ¿Qué ocurrirá con las materias primas?, por ejemplo, la mayor parte del litio se encuentra en Sudamérica. Lo que está pasando en América Latina con inestabilidad política, se relaciona con la nueva era de los commodities de las materias primas disputadas por la China y los Estados Unidos que en nuestra región tiene una sociedad mercantil fallida, Trans Pacific Partenership (TTP), la Unasur (compuesta por Bolivia, Guyana, Surinam y Venezuela).

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El Deutsche Bank señala que el conflicto generacional entre los centenial y baby boomers se acentuará en el futuro inmediato. Y el Ecuador, para incorporarse al nuevo orden económico y al nuevo orden geoestratégico ¿tendrá visión de desarrollo económico? (O)

Vitali Arévalo Bovkis, Guayaquil