La mayoría vio los desaciertos y errores del gobierno que acaba de terminar, y es cierto, hubo muchos. Sin embargo, quiero agradecerle expresidente Lenín Moreno por los siguientes motivos:

En primer lugar, por desmarcarse casi inmediatamente del partido político que lo llevó a las urnas, caso contrario hubiésemos continuado en el rumbo equivocado del socialismo del siglo XXI; y porque dejó actuar a la justicia y destapó esa corrupción insostenible. En segundo lugar, volvió al país la libertad de expresión sin la persecución por el ‘delito’ de pensar diferente; trató de conciliar con todos, a veces en exceso, pero generó tranquilidad, al menos política. En tercer lugar, puso a ministros a renegociar una deuda insostenible no provocada por su gobierno, con más plazos, años de gracia e intereses mucho menores a los anteriores, dejando un camino menos difícil a los próximos gobiernos. Le tocó recibir un país lleno de corrupción, endeudado, con la justicia dependiente de lo que el Ejecutivo quería, sin libertad de expresión, y logró, al menos, que esto no siguiera avanzando. No voté por él, y reitero, no fue el mejor gobierno, pero por lo que cambió, tiene mi gratitud y respeto. (O)

Max Humberto González Silva, economista, Guayaquil