España vivía geopolíticamente en caos por la invasión francesa. Napoleón Bonaparte (1808) destronó a los reyes Carlos IV y su hijo Fernando VII, imponiendo a su hermano José como soberano español. El Poder Real lo asumió el Consejo de Regencia, ordenando que el Imperio y sus colonias eligieran representantes acordes a la triple gobernanza (Leyes Indianas): monarca, nobleza e Iglesia. Su finalidad era celebrar una Asamblea diseñadora del nuevo orden jurídico. Empezó en 1810 (isla León); luego en Cádiz, debido a la ocupación francesa, incluso Madrid.

El 25 de diciembre de 1808 la élite quiteña en la quinta Los Chillos del Marqués de Selva Alegre justificó su anhelo autónomo, lealtad a Fernando VII, y la renuncia de las autoridades peninsulares. El conde Ruiz de Castilla, presidente de la Audiencia y su asesor de guerra Tomás de Arrechaga, ordenaron la persecución de sus miembros. Nuevamente reunidos constituyeron la Junta de Gobierno con dichos lineamientos, no independencia, según el Acta del Diez de Agosto de 1809 (Manuela Cañizares), documento jurídico-político valioso aunque sin normas constitucionales mínimas: organización administrativa y derechos ciudadanos. Hechos conocidos por el Consejo de Regencia obligaron a reemplazar a Ruiz de Castilla por Joaquín de Molina, quien arribó a Guayaquil el 11 de abril de 1810; además nombró al coronel Carlos Montúfar y Larrea –hijo de Juan Pío Montúfar– como comisionado Regio y Pacificador, quien se hallaba en España siguiendo su carrera militar; llegó a Quito el 9 de septiembre de 1810 (P. F. Cevallos). Conocedor del asesinato de nuestros mártires del 2 agosto de 1810, se plegó al movimiento quiteño. Montúfar constituyó la Segunda Junta proclamando el Estado de Quito Independiente y promulgando la primera constitución ecuatoriana de régimen monárquico constitucionalista (artículos 2, 5), el 15 de febrero de 1812, con vigencia breve. Continuaron varios combates dirigidos por el general Toribio Montes, reemplazo de Joaquín de Molina que estuvo imposibilitado de ingresar a Quito por la defensa establecida por Carlos Montúfar, ‘el caudillo’. Delatado, fue fusilado de espalda como traidor (1816), surgiendo un nuevo héroe-mártir quiteño: Carlos Montúfar y Larrea. (O)

Regina Zambrano Reina, doctora en Jurisprudencia, Guayaquil