El sinsabor que deja la elección y posesión del nuevo superintendente de Bancos se puede resumir en tres hechos:

1°) El manoseo corrupto de las acciones judiciales de protección de derechos —por los unos y los otros— que increíblemente siempre encuentran un juez raso dispuesto a jugársela.

2°) Que en este país la ley y la Constitución no sirven para nada porque funcionarios de turno —en todos los estamentos— las tienen como instrumento de tocador y las violentan sin pudor alguno tomándose en vano el nombre del pueblo.

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3°) Lo más grave es que si en algo no puede equivocarse el presidente de la República es en las decisiones que toma en el tema bancario donde supuestamente se desenvolvió de manera exitosa —desde la pobreza, como lo dijo en campaña y con lágrimas en los ojos—, así que no admite excusa alguna el hecho de que no tenga identificadas a las personas que puedan servir al país adecuadamente en ese sector, si no ¿qué podemos esperar de él en lo que no tiene experiencia ni expertise suficiente? (O)

Carlos Gustavo Cortaza Vinueza, abogado, Guayaquil