Respuesta a Walter Spurrier (sobre su artículo de opinión ‘Tras el millón’, publicado el 17 de abril de 2022 en el Diario EL UNIVERSO): No aceptamos irnos a un lugar para satisfacer a un gobierno que quiere duplicar la explotación petrolera sin importar nuestra vida y la de nuestros ancestros.

Es triste y doloroso ver que sigue existiendo gente que pugna y presenta su discurso en medios importantes para continuar la explotación petrolera a una escala preocupante, sin diferenciar y percibir las posturas y realidades divergentes que existen respecto a un tema como el que trata en su columna. ¿Cuenta usted lo perjudicial de los derrames petroleros –uno semanalmente, según un último análisis periodístico–? ¿Sabe cuánto daño ha generado no solo en nuestros pueblos ancestrales no contactados Tagaeri y Taromenani, sino en todos quienes habitamos esos lugares que usted –y muchos– miran como lugares beneficiosos para explotar?

Usted señala que, en la Amazonía, es necesario que las comunidades sientan profundamente que van a ser ganadoras con la actividad petrolera para desarrollarla. Sin embargo, nosotros tenemos tanta experiencia negativa en medio siglo de explotación petrolera, que no nos hacen falta nuevas experiencias para insistir en que no queremos más explotación de nuestros territorios. Hemos demostrado las afectaciones sobre los ríos Coca y Napo por los últimos derrames en esa zona y últimamente en Shushufindi, entre otros lugares de la Amazonía norte, que no necesitamos más malestares y contaminación en nuestro territorio.

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No necesitamos que el Estado y las empresas “entrenen” –como usted señala– a comuneros para que trabajen en las actividades petroleras. No necesitamos ese dinero para sobrevivir y subsistir. No queremos que trasladen nuestros territorios de “la vasta zona reservada carburífica” hacia zonas bajas en producción de hidrocarburos. Nos quedamos y defenderemos nuestra permanencia y la de nuestros ancestros en nuestro territorio.

En la Amazonía ecuatoriana, cada vez se reduce nuestro espacio de vida. Recientemente, el presidente Lasso inauguró como un mayor logro la producción en Ishpingo, pero esto es realmente dañino para nosotros. ¿Nos preguntamos cuántos peces, cuántas aves, cuántos delfines dejarán de existir debido a esta producción? Petroecuador es una empresa que usa nuestro territorio a su antojo, sin que le importe nuestra vida y la de nuestros ancestros, mucho peor la de las nuevas generaciones.

Probablemente, usted no repare este acumulado de historia colectiva, pero ¡a nosotros sí nos importa! Nosotros seguiremos oponiéndonos a esta irracional política de explotación extractiva para continuar caminando, y enterrando a nuestros ancestros en el Parque Nacional Yasuní. ¡Seguimos persistiendo y perviviendo en el mayor parque protegido del Ecuador! (O)

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Marlon Richard Vargas Santi; Andrés Tapia; presidente de la Confederación de Nacionalidades Indígenas de la Amazonía Ecuatoriana; dirigente de Comunicación de la Confeniae, respectivamente; Puyo


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De Walter Spurrier

Ni en mi más reciente artículo ni en otros anteriores he aseverado ni siquiera insinuado que se deba desplazar a una comunidad indígena. Eso sería violar sus derechos. Cuando me he referido a los no contactados tampoco hablo de desplazarlos. Nunca he pretendido limitar su derecho de llevar su estilo nómada de vida a donde mejor los acomode. Únicamente me refiero a introducir modestas modificaciones a la vasta región de nuestra geografía que les está reservada en exclusividad y donde el resto de los ecuatorianos no podemos penetrar, para que el pueblo ecuatoriano en su conjunto pueda beneficiarse de la explotación de recursos naturales que tienen un valor en miles de millones de dólares. (O)

Walter Spurrier Baquerizo, columnista, analista económico; Guayaquil