Lamentablemente los ecuatorianos nos hemos acostumbrado a escuchar y leer deleznables ‘justificaciones’, a la hora de pretender dar explicaciones en torno a desafortunadas expresiones o declaraciones por parte de personas que protagonizan la política o que desempeñan funciones sujetas al escrutinio público.

El último desaguisado conocido a través de los medios de comunicación y en el cual tiene participación una asambleísta, nos ha dejado perplejos no solo porque proviene de una ciudadana que integra la Función Legislativa sino porque además, y esto es inaceptable, justifica e incentiva la corrupción; lo cual ha quedado registrado a través de la comunicación verbal a su auditorio, clara y perfectamente vista y escuchada en su intervención. Lo admirable, indignante e irritante, resulta que se trate de encubrir este dislate como que la asambleísta es kichwa hablante y presuntamente no ha expresado bien el mensaje que pretendía transmitir y difundir. Todos hemos escuchado en perfecto y fluido español la grosería emitida. Esto me recuerda la misma mofa que hizo un líder de los desmanes de octubre de 2019, cuando en un trámite judicial exigió un intérprete de su lengua materna. Sin comentarios. Y no podía faltar el descarado y consabido argumento de decir que las palabras han sido ‘sacadas de contexto’, como ya salió a justificar un dirigente del partido al que representa la asambleísta, aunque otros coidearios exigen explicaciones sobre el hecho. En todo caso, esto evidencia las pocas luces al momento de relacionar pensamientos e ideas con palabras transformadas en mensaje. Pero lo peor sería que provenga de las bases ético-morales de la persona. (O)

Enrique Fernando Suárez Salazar, policía, Quito