Antes de hablar, escucha. Antes de escribir, piensa. Antes de criticar, espera. Recuerda no solo con cuchillo se mata, las palabras hirientes son peor que una puñalada al corazón, por ejemplo: “No sirves para nada”; “pareces persona tonta sin cultura”; “yo soy de la ciudad y tú de una montaña donde comen montes”; “eres una vergüenza en la familia”; “no tienes ni dónde caerte muerto (a)”; “mi ex es mejor que tú”; “eres lo peor que me ha pasado”...

Tu pareja, tus hijos, merecen ser cuidados, amados, tratados bien, si quieres ser tratado bien. No debes permitir el maltrato en tu hogar porque Dios nos ha llamado a vivir en armonía, principios y valores. Por eso te invito a que permitas que el Señor tome el control y sea el centro de tu vida de acuerdo a Su voluntad. Mira lo que dice la Biblia: “La lengua tiene poder para dar vida y para quitarla; los que no paran de hablar sufren las consecuencias”, (Proverbios 18:21). “... Y sobre todas las cosas, cuida tu corazón, porque es la fuente de la vida”, (Proverbios 4:23). Honremos a Dios con nuestras acciones y empecemos a manifestar el fruto del Espíritu Santo, así tendremos un mejor Ecuador con familias fortalecidas en la fe y no pretendan dividirlas. (O)

Kléber Wilfrido Barragán, periodista, Guayaquil