El verso XXX del Tao Te Ching, de Lao Tse, nos aconseja en lo posible no usar la fuerza porque esta se vuelca por regla general contra el que la creó, hay que medir las circunstancias, pues la mayoría de las veces es mejor el perdón o la retirada, que tomar medidas extremas de las cuales jamás terminaremos de arrepentirnos. Y en su párrafo final dice “nunca debes pensar en conquistar a los demás por la fuerza”, dado que quien utiliza la fuerza, pronto desfallecerá; no está en sintonía con el camino, y al estar separado del camino el fin no tardará en llegar.

Cuando no medimos nuestros actos y tomamos las peores decisiones, las consecuencias pueden ser fatales y una vez cometido el acto no hay vuelta atrás, la fuerza no es solo el uso de las armas cortopunzantes o de fuego, también son la ira, el odio, la intolerancia, la agresión...

El femicidio es un delito por odio, jamás por amor; es un abuso del más fuerte contra el más débil, peor cuando está inducido por el alcohol o alguna otra droga, esto es un agravante.

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La célebre frase de Marthin Luther King Jr., “el único medio de hacernos amigos del enemigo es el amor”. ¿Qué se gana destruyendo al enemigo, sino destruirse a sí mismo? ¿Para qué ira, venganza, prepotencia, abuso, resentimiento, destrucción...?, y como dice Lao Tse, a menudo las armas se vuelven contra quien las empuña. Recurrir a la fuerza, a lo malo, trae fatales resultados. Dirijamos la mirada a la historia. ¿Quiénes han trascendido por su bondad?, Cristo, Mandela, la madre Teresa de Calcuta... ¿Quiénes son odiados hasta hoy?, Stalin, Hittler, Musolini... Alguna vez comprenderemos que Dios, el amor, la verdad, la justicia, la razón, siempre se impondrán contra la fuerza de la estupidez. Toda victoria conseguida por la fuerza mala, a la larga se convierte en derrota. (O)

Hugo Alexander Cajas Salvatierra, doctor en Medicina, Milagro