La falta de conciencia y aplicación de políticas ambientales frente a los problemas que acarrea la acción humana deja entrever una situación cada vez más crítica e insostenible. Estamos ante una sociedad de consumo y producción de un modelo lineal de la economía, que degrada el medio ambiente y sus ecosistemas. Abordar la problemática desde las causas, no es solo responsabilidad de quienes nos gobiernan, que de paso carecen de conciencia ecológica y humana, sino nuestra, también. Estos compromisos nos llaman a todos los que hacemos la sociedad a conseguir cambios estructurales en el modelo de desarrollo. Por ello la educación ambiental debe ser una necesaria política de Estado, ante los acuciantes momentos que vive nuestro planeta contaminado. Pero, ¿qué le estamos heredando a las generaciones futuras?, ¿qué mundo recibirán? Frente a estos cuestionamientos las naciones del mundo han suscrito varios acuerdos y convenios por lograr un verdadero cambio en aras de un mundo mejor. Sin embargo, los grandes países hegemónicos causantes del cambio climático se preocupan por mantener el statu quo, de sus operaciones de mercado, sin dar respuesta a la crisis climática que amenaza con la vida en el planeta.

Las economías basadas en la explotación de recursos naturales requieren de una pronta biorremediación, como medida para ir conteniendo el calentamiento global. La inacción de los países miembros del COP sobre el cambio climático y medio ambiente se agudiza cada vez más. La conciencia no basta, hace falta coherencia entre lo que se dice y lo que se hace, y nada de eso es perceptible frente a la crisis ambiental; estoy seguro de que nadie se salva solo, que necesitamos la ayuda de todos para poder cambiar el mundo. (O)

Vicente Hermógenes Mera Molina, arquitecto, Portoviejo