Lo actuado por la Corte Constitucional dando paso a la despenalización del aborto por violación es lo más torpe, porque eso de condenar a pena de muerte a un ser inocente que no es culpable de nada, es algo corrupto y deleznable; peor aún la forma de ajusticiarlo, se lo decapitará, pero antes de arrancar sus pequeñas extremidades y destrozar su cabecita, por satisfacción de ciertos jueces.

El problema existe, no ha habido una forma inteligente de tratarlo y encararlo. El Gobierno es el protector del ciudadano desde su concepción hasta la muerte, en este caso no se ha hecho casi nada, salvo ciertas organizaciones cristianas y algunas organizaciones no gubernamentales defensoras o providas. El Gobierno no tomó cartas en el asunto, cuando debería ser el más indicado, podría construir casas cunas que alberguen a estos niños protegiéndolos hasta darlos en adopción. Ninguna ley por constitucional que sea, aun de los países más poderosos, está por encima de la Ley de Dios: “No matarás”; ni persona alguna por alto que sea su mandato, está por encima de la ley divina. La moral es única desde el comienzo de los tiempos, y no es negociable ni mutante. (O)

José González Williams, pediatra, Guayaquil