Cuando en 1904 el geopolítico Makinder lanzó al mundo su frase “Quien controle Europa del Este dominará el pivote del mundo, quien controle el pivote del mundo dominará la isla mundo, quien domine la isla mundo dominará el mundo”, no imaginó que trascendería al año 2022. Ucrania ha sido y será siempre un pivote de interés para Rusia, la Unión Europea y Estados Unidos. Su importancia no deriva de ostentar su poder político, sino su situación geográfica sensible y de potencial vulnerabilidad, con connotaciones económicas y militares.

Las pretensiones geopolíticas sobre Ucrania evidencian la intención de Putin de mostrar la influencia de Rusia en la región, recuperar la impronta que le significó a la URSS tenerla como parte integrante; perderla le representó renunciar a un estatus geopolítico que a pesar de los años no está dispuesto a aceptar, aun cuando esto le signifique un costo que solo la historia podrá ponderar. Por su parte, la Unión Europea, aunque es cautelosa en aceptar inmediatamente su anexión, ve en Ucrania un pivote de gran importancia proyectado en llegar a mantener su presencia e influencia ideológica, política, económica e incluso militar de bloque de Occidente.

Finalmente, Estados Unidos busca contener el ascenso de Rusia, haciendo su entrada al conflicto con sanciones económicas, lo cual es parte del concepto geopolítico de maximización de ganancias, ya que mientras más contraiga a Rusia más margen de influencia tendrá en la región. Así es como la geopolítica tiene relevancia en un conflicto que como muchos otros en épocas recientes, jamás debió iniciarse, y al cual los convencidos de los postulados del Derecho Internacional rechazamos enérgicamente, bajo el principio de mantenimiento de la paz y seguridad internacional nacido luego de los horrores de la Segunda Guerra, cuando dijimos “nunca más”. (O)

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Juan Segundo Martínez Loor, doctor en Jurisprudencia, Guayaquil