Quienes utilizamos buses de transporte público en Quito nos quedamos desconcertados con el exceso de pasajeros, la ventanas prácticamente selladas, las puertas no se abren, entre otros problemas que tardaría enumerar.

Por una bulliciosa radio para la comunicación con el conductor dan órdenes que “aplique”, que significa que acelere, o dan la disposición en contrario y disminuya la velocidad del bus, al punto de ir lento o simplemente detenerse hasta ‘estabilizar’ la frecuencia entre el tiempo de recorridos de una unidad y otra. No es necesario exponer a los choferes a los gritos con términos inadecuados a través de una radio, y al estrés a los pasajeros, que desatan dichos controles, y a reclamos, insultos de pasajeros con los choferes. No puede ser dicha manera de manejar muy rápido o muy lento. Los usuarios necesitamos llegar a nuestros destinos dentro del tiempo que permite un normal congestionamiento, empero los conflictos de los controladores de las empresas de buses y choferes estresan a los pasajeros que nuestro única condena es estar sometidos a esta violación al derecho de recibir servicio de transporte público de calidad por el cual se paga. Por las barbas de los agentes de tránsito los buses avanzan a menos de 5 kilómetros por hora en vías despejadas, deteniéndose (paradas de 4 y 8 minutos) hasta ‘normalizar’ el distanciamiento entre una unidad y otra; o ruedan a mucha velocidad cuando van atrasados. Existe exceso de unidades, nadie regula. (O)

Fernando Moreno Charro, Quito