Las mujeres y los hombres no somos rompecabezas que se arman y desarman. Un rompecabezas tiene piezas para formarse. El ser humano en cambio es de una sola pieza, una sola unidad. No puede existir una persona que diga soy uno cuando estoy en el templo (rezo), otro cuando estoy en una fiesta (bebo), otro cuando practico un deporte (golpeo al rival), otro cuando veo una persona que no es mi pareja (la deseo), otro para complacer a los que quieran oír cosas bonitas aunque vaya contra la moral.

Debemos caminar con conciencia recta, que es sinónimo de conciencia cierta; la conciencia laxa, en cambio, es la que está de acuerdo con lo que es objetivamente grave y moralmente reprobable. Andar por la vida con una cara para el templo y con otra para obrar en la sociedad equivale a traicionar a la razón. (O)

Mario Monteverde Rodríguez, doctor en Medicina, Guayaquil