En septiembre de 2018, tras la publicación de una queja en EL UNIVERSO, en esta Sección de Cartas, de los lectores, inmediatamente el Municipio de Guayaquil vino a constatar el motivo de mi denuncia.

Lamentablemente la administración actual, al parecer a veces da poca importancia a las opiniones, sugerencias, que se publican en los medios. Sostengo esto por las reiteradas referencias en la prensa de la colocación en los barrios de vallas metálicas, incluyendo en las veredas, por parte de los habitantes en el sector norte, debido a la delincuencia, pero no ha sido normada sino que cada grupo de ciudadanos busca seguridad, ignorando la ley, permitiendo solo tener acceso a las manzanas a los moradores que viven en estas y se impone la ley del que más grita y realiza bravatas. Esto genera discordia entre vecinos. Si debemos encerrarnos por seguridad, debería ser con presencia de guardianes que filtren el acceso; pero esto es difícil de implementar por la situación económica de los habitantes. Catalogo estas actitudes de cerrar con vallas, veredas, calles, igual a como hacen los díscolos de ciertas confederaciones indígenas que cierran las vías y no pasa nada. ¿La inacción de las autoridades en nuestra ciudad será porque vienen elecciones? He dialogado con repartidores, gente que necesita ir de manzana en manzana para cumplir con su trabajo de entregar comida, medicinas, periódicos..., y todos me han manifestado que sus labores tienen dichos impedimentos. Y los moradores que andamos a pie, debemos dar largas vueltas porque están obstaculizadas muchas vías peatonales, por ejemplo, la etapa 11 de Alborada, manzana 17. (O)

Jorge William Tigrero Quimí, economista, jubilado, Guayaquil