El cáncer ginecológico constituye el tercer motivo de muerte en la mujer –después del cáncer de mama y el del pulmón–, y asocia seis clases de tumores o masa anormal de tejido corporal: de trompas de Falopio, ovario, endometrio, vulva, vagina y cuello de útero. De todos estos, el que más alta incidencia tiene es el de cuello uterino con 10,6 %; sin embargo, el cáncer de ovario (estrechamente relacionado con el de trompa de Falopio) a pesar de su baja incidencia es uno de los más mortales, pues alrededor del 67 % de las pacientes diagnosticadas pueden morir, ya que en la mayoría de los casos es detectado en estadios (extensión) avanzados III o IV.

Las mejores armas que tenemos contra estas patologías son el tamizaje, la prevención, el diagnóstico temprano y la educación para la salud, muy especialmente contra el cáncer de cérvix que es curable y prevenible en casi la totalidad de los casos, incluso tiene un plan de vacunación que está abandonado por las autoridades de salud en nuestro país.

Con respecto a este último punto, el Ministerio de Salud Pública (MSP) del ramo a la brevedad posible debe implementar un programa nacional de vacunación con el biológico nonavalente, para toda la población comprendida entre los 9 a los 12 años de edad, ya que no solo estará protegiendo a nuestras niñas y adolescentes contra el cáncer de cuello uterino, sino también contra otras neoplasias malignas que afectan el recto, ano, laringe y orofaringe, todas estas relacionadas con las variantes oncógenas del virus del papiloma como causa principal de estas patologías.

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El 20 de septiembre fue el día mundial del cáncer ginecológico para recordar su prevención, avances científicos, tratamiento oportuno que muchas veces la mujer por no realizarse chequeos, por temor, descuido, pierde un tiempo que es importante. (O)

Francisco Xavier Plaza Bohórquez, ginecooncólogo y mastólogo, Guayaquil