Sacaba cita para mi esposo, en urología del Hospital del IESS de Guayaquil, necesitaba un procedimiento quirúrgico para iniciar su quimioterapia; en la solicitud estaba el sello de prioridad, daban cita para el 22 de junio. Reclamé, le dieron el 13 de mayo, a las 13:00.

El 13 de mayo no hubo sistema, no atendieron, escribí un correo para que reprogramen la cita. Fuimos a emergencia, atendieron después de cuatro horas, solicitaron exámenes, etc., eso se dio cinco horas después, dijeron que debían realizar urgente una nefrostomía, pero no contaban con los equipos, y harían la transferencia a un prestador externo. Me entregaron una receta para que compre medicinas fuera del hospital y realice, particular, un examen de orina. Me retiré a las 23:00, vi cantidad de ratas en el jardín de áreas de imágenes y emergencia. El segundo día le habían realizado la primera diálisis, y dada su situación mejor lo cambiarían a una habitación. En el área de espera del banco de sangre, muchas familias de pacientes dormían en el piso, vi otra rata. Dijeron que espere y si yo no estaba al momento del pase, daban la cama a otro enfermo. A las 23:00 sentí una rata en mis pies, pedí a la doctora que tome mis datos y me permita ir al carro hasta que sea el pase, que se dio a las 24:45. Lo llevaron al área de cirugía vascular; urología no tenía habitación vacía. A las 03:00 empezó con fuerte dolor al abdomen que le produjo insuficiencia respiratoria, no tenían médico residente; enfermeras dijeron que baje a buscarlo; no se lo localizó. Pedí ayuda, la enfermera le dio lo que había, una tableta de omeprazol. A las 06:00 llamaron al urólogo, prescribió omeprazol ampolla, no había, salí a comprar. Regresé y no le administraban terapia del dolor, a las 20:00 la pusieron. Mi esposo se ahogaba, 30 minutos después lo trasladamos a la nueva clínica, recibió oxígeno; finalizó el calvario. (O)

Cecilia del Carmen Alvarado Delgado, licenciada en Sistemas, Guayaquil