En ciudadelas cerradas, mujeres y hombres no tienen cultura, respeto, bondad.

De madrugadas, después de hacer fiestas el día anterior, despiden a los amigos en gritos, risotadas en la calle. Otros antes de ir a los trabajos, llevar a los hijos a los colegios, prenden las radios, los motores de los carros, pitan, cierran las puertas tirando con ruido, dejan las alarmas prendidas; prenden taladros, máquinas soldadoras. Esa gente despierta al vecindario, dejan a sus perros estresados ladrando todo el día. En urbanizaciones existe abuso, las administraciones se hacen de oídos sordos, pero cobran alícuotas. (O)

Washington López, Quito