El lunes 14 de febrero a las 16:14 me trasladaba en mi vehículo por la avenida Carlos Luis Plaza Dañín, y muy cerca de la intersección de la avenida de las Américas –donde existe un paso elevado y transitado por automotores de toda clase y a toda hora– me sorprendió la presencia de un gigantesco avión que se preparaba a aterrizar en la cabecera sur del aeropuerto. Creo que esto ocurre en la mayoría de los aterrizajes; el que me tocó presenciar, sin temor a equivocarme, pasó a menos de 2 metros de la fila de automóviles; felizmente no rodaba ningún vehículo pesado y de gran tamaño.

¿Qué pasaría si llega a bajar un poco la altura de estas aeronaves? Ocasionarían una explosión descomunal y se produciría un siniestro terrible con pérdidas humanas y materiales.

Hace algunos años se suspendió el aterrizaje de sur a norte, creo que las autoridades respectivas deben remediar este potencial peligro, ya que los aviones al tomar pista pasan muy cerca de las edificaciones de la ciudadela Nueva Kennedy que cada 30 minutos soporta un estruendo descomunal que afecta la audición de los habitantes de esa ciudadela. (O)

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Humberto Torres Sánchez, doctor en Cardiología, Guayaquil