Soy madre de dos bellos niños, David, 10 años (tiene síndrome de Asperger), y Elías, de 7 años (tiene autismo).

Son tan hermosos rostros inocentes, me mitigan, en algo, el dolor y la impotencia que siento en la lucha por sus derechos, pues durante los últimos cuatro años no he podido gestionar terapias, y sus carnés del Conadis (Consejo Nacional para la Igualdad de Discapacidades) cada año caducan y los tratamientos no llegan; solo he tenido un largo peregrinar y ningún doctor me ayuda haciendo su trabajo, es decir, llenando los formularios con los diagnósticos, necesarios para la carnetización de discapacidad. El 4 de octubre de 2021 me visitaron del Ministerio de Inclusión Económica y Social, y a través de su gestión se pudo lograr que en el subcentro La Laguna reevaluara y actualizara los diagnósticos psicológicos de mis hijos, con lo cual ingresaron al CRIE (Centro de Rehabilitación en Neurodesarrollo Infantil Especializado), en el sur de Guayaquil, donde actualizaron nuevamente la información de los niños (ingresada desde el año 2018 y estaba caducada). No está de más indicar que me cansé de preguntar y nunca había cupo para las terapias hasta hoy, más de siete meses, porque son los padres los que deben buscar y rogar que den atención a sus hijos especiales. El Estado debería dar facilidades para sus derechos; levanto mi voz por aquellos que la perdieron en este viacrucis. (O)

Dolores García Cedeño, Guayaquil